Puede que si el post de hoy lo hubiese titulado ninfomanía a todos os hubiera sonado más, pero este término no es del todo correcto, ya que la causa del aumento repentino de la líbido o del deseo sexual no es solo una simple adicción, de hecho, no extiste un consenso en la causa de este trastorno y hay muchas circunstancias que pueden llevar a esta situación, como el consumo de drogas o ciertos medicamentos. Se trata de una enfermedad poco habitual, se estima que solo el 6 % de la población lo sufre y de ese porcentaje únicamente el 2% son mujeres, en contra de lo que se suele pensar.
Los individuos con este trastorno en muchos casos han sufrido una represión marcada de su sexualidad durante la infancia. La vida de un afectado por la hipersexualidad gira en torno al sexo y a todos los medios que le lleven a él, lo que le produce muchos problemas económicos, sociales y familiares, además de conllevar, en muchos casos, sentimientos de culpa y vergüenza.
Antigüamente existían dos términos diferentes según el sexo del enfermo, ninfomanía, si se trataba de una mujer, y satiriasis, si hablabamos de un hombre, definiéndose como un deseo sexual irrefenable, denominación para la cual, incluso hoy en día, es muy difícil trazar una línea que separe lo normal de lo patológico, habiendo autores que niegan la existencia de este trastorno. Para los que sí reconocen en estos individuos una patología trazan esa línea en el momento en el cual este deseo, este aumento de la líbido, causa incomodidad o impide el funcionamiento social.
El tratamiento de esta enfermedad es, basicamente, psicológico, ayudando al individuo a sobrellevar este trastorno canalizando la energía sexual mediante otras actividades que lo evadan.
En conclusión, la hipersexualidad es un trastorno complicado, un tanto subjetivo y abierto a debate. Lo que sí está claro es que la persona que la sufre no es un obseso, ni un maníaco, simplemente tiene una enfermedad que necesita ser comprendida.
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